Morphos, formas que se repiten, iguales y, al mismo tiempo, diferentes. Analogías que nos evocan quizás un mismo origen. Una reflexión sobre aquello que, por cotidiano, a veces queda oculto. A menudo la mirada deviene hermética y nos confina, encerrados en nosotros mismos. La mente procesa tan rápido, inducida por lo que ya sabemos y por lo que esperamos encontrar, que obliga a pensar que quizás vivimos en un mundo preformado, lleno de paradigmas y arquetipos que nos impiden ver más allá.
Más allá de nuestros ojos, esta perversidad nos condena a ver siempre las mismas cosas. Y más allá de nosotros mismos, también hay una globalización de la mirada que acaso forma parte de la entropía a la que estamos abocados, de la uniformidad…